Presentación del libro «La sillería de la iglesia del Real Monasterio de Santa María de El Paular»
30 de octubre de 2021
El pasado 30 de octubre se ha celebrado en la Biblioteca del Real Monasterio de Santa María de El Paular la presentación del libro LA SILLERÍA DE LA IGLESIA, del que es autor D. Antonio Gómez Iruela.
El acto estuvo presidido por D. Jorge Pascual, presidente de la Asociación de Amigos de El Paular, y a la que asistieron, entre otras personas, el padre Prior del Monasterio, Don Miguel Muñoz, varios miembros de la Comunidad Benedictina, miembros de la Asociación de Amigos de El Paular y simpatizantes del Monasterio.
Abrió el acto el presidente de la Asociación que agradeció a los presentes su asistencia, hizo una breve reseña de la Asociación y de sus actividades y dio paso a las personas que intervinieron en la presentación.
En primer lugar intervino D. José Carlos Toledano, que presentó el presidente con las siguientes palabras:
José Carlos Toledano es vicepresidente de la Asociación de Amigos de El Paular, encargado de la producción y realización de la colección de libros sobre “los tesoros que alberga el Monasterio de El Paular y su entorno”; es físico y doctor en construcción y tecnología arquitectónica por la Universidad Politécnica de Madrid. Es miembro de varias entidades culturales de las que se destacan la Fundación Villa y Corte de Madrid o el Centro UNESCO Getafe-Madrid, que colaboran habitualmente con el Monasterio.
En su presentación José Carlos Toledano hizo una doble presentación: en primer lugar del autor del libro y en segundo lugar de la composición y edición del libro.
Cuando la Asociación decidió editar un libro sobre la sillería contactó con D. Antonio Gómez Iruela, gran historiador a la vez que un incesante investigador y un buen amigo del Monasterio desde hace muchos años, que enseguida se puso a nuestra disposición para escribir el libro. El libro está escrito con gran rigor y contrastado con gran cantidad de referencias que aparecen reseñadas en el libro, como si de un escrito académico se tratara.
Fue muy fácil trabajar con D. Antonio y pronto tuvimos el texto para el libro. Mas complicada fue la maquetación del libro por la cantidad de fotos y se puede decir que ha sido el libro que más ha costado diseñar.
Otro trabajo “costoso” fue la realización de las fotos de los diferentes elementos de la sillería, bajorrelieves en madera de nogal, con doseles en la parte superior que sombreaban parte de los respaldos. Por suerte nuestro autor, experto fotógrafo y profesor de fotografía en su época docente, facilitó la realización de las mismas. Se hicieron sin iluminación artificial pues daba reflejos indeseados y para algunas fotos especiales, que necesitaban de tratamiento informático, se contó con la colaboración de D. Miguel Toledano que realizó fotos en formato digital y su posterior tratamiento, como la portada del libro.
En segundo lugar, intervino el autor del libro, que presentó el presidente con las siguientes palabras:
Antonio Gómez Iruela, autor del libro, Historiador, como él se autodefine, gran investigador y una de las personas que mejor conocen nuestro Monasterio (su historia, sus valores patrimoniales, sus gentes), que siempre ha ayudado y asesorado a la Comunidad Benedictina, que con sus gestiones ha permitido recuperar algunos tesoros patrimoniales de la vida cartujana como es el libro de El Becerro, etc. A él debemos no solo la publicación del libro “La sillería de la Iglesia”, que hoy presentamos, sino que conozcamos todos y cada uno de los secretos y símbolos que guarda esta magnífica obra de talla sobre madera.
A continuación, se reproduce un resumen de la intervención del autor:
Cuando Asunción García y José Carlos Toledano me invitaron a hacer el libro, lo que les agradezco además por razones personales, me pareció la oportunidad para resaltar un par de cosas:
Primero, que El Paular empezó a recuperar su esencia en 1954 con la llegada de la Comunidad Benedictina; un monumento puede estar vacío, pero si tiene vida se convierte en mucho más y desde luego es cierto lo que decían los antiguos de que el humo mantiene los tejados en pie.
Ahora vemos un monumento en perfecto estado, pero me apetecía dejar constancia de que aquí se dejaron los riñones muchos benedictinos, cuyo ejemplo sigue viviendo en quienes los conocimos, cuando llegaron hace más de 60 años, y que todo esto que hoy disfrutamos no hubiera sido posible sin su trabajo, no solo como es obvio con su aportación espiritual sino con su trabajo físico.
Segundo, que lo que hoy disfrutamos es la herencia de una Comunidad Religiosa fundada en el siglo XI , los cartujos, una de cuyas características principales, aunque no la más difundida, es, desde mi punto de vista, ser capaces de compaginar su vida espiritual, el aislamiento en lo que ellos llaman su “ desierto” con una importante participación en la vida “civil”; son capaces de gestionar desde aquí granjas, propiedades inmobiliarias, hospitales, centros de estudio, teatros, la mayor cabaña de merinos de España, y, también tejer redes de intereses, de apoyos en todos los ámbitos , que les van a permitir navegar entre convulsiones políticas, librarse por ejemplo de la primera desamortización de Carlos IV gracias a sus connivencias con Godoy…. y estar siempre al tanto de lo que se “cocía” no solo en la Corte española sino también en las cortes europeas, por ejemplo, tuvieron una importante participación en la resolución del Cisma de nuestra Iglesia.
Nuestros cartujos no son solamente los monjes callados y austeros que nos cuentan las historias, sino que son además verdaderos actores en los movimientos económicos y sociales de su época y, no olvidemos, que su época aquí fue desde 1390 hasta 1835….
Pero bueno, se supone que hemos venido aquí a hablar del libro que, como siempre digo, es una obra colectiva, aunque yo lo firme: desde su origen como un apoyo al trabajo de los monjes que debían enseñar la sillería a las visitas, hasta los trabajos anteriores que se reseñan en la bibliografía, sobre todo el de Julia López Campuzano, pasando por una inolvidable visita a San Francisco el Grande que organizaron Dª. Maite Sendón y D. Luis Giménez-Cassina, donde “descubrimos” que aún han quedado allí algunos relieves frontales reconvertidos en puertas. Sin olvidar el trabajo de Miguel Toledano elevando desde casi cero nuestro nivel informático.
La sillería desde luego es una joya, y el hecho de que se haya recuperado en su lugar original merece todo el reconocimiento a quienes lo hicieron posible, siempre recordamos que era una de las obsesiones del Padre Ildefonso quien se lo repetía a cada “personaje” que pasaba por aquí con la mínima capacidad de influir en ello… y también la sillería es el testimonio del trabajo de varias generaciones de cartujos y seguramente reflejará en sus advocaciones, aparte de las “obligatorias”, también algunas que se relacionarían con sus intereses del momento….
¿qué hace en una sillería cartuja San Edmundo de East Anglia por ejemplo? y sobre todo ¿cómo no tenemos constancia de sus autores cuando conocemos incluso los nombres de quienes pusieron el suelo de la Iglesia y cuánto costó el traslado de las piedras desde Cuellar?
Por eso me he permitido recoger los nombres de los monjes que debieron “estrenar” la sillería que hoy vemos, y me he permitido también reseñar el contraste entre el trabajo que realizó en El Paular su prior de 1700, Don Basilio Bravo: esta biblioteca, la sillería de la Sala Capitular, el solado…. y su sufrimiento entre estas paredes por razones simplemente de poder interno de las que tenemos un estremecedor testimonio escrito contemporáneo.
Pero tal vez será mejor que charlemos de lo que se os ocurra, que hagáis las preguntas que creáis oportunas e intentaremos responderlas, las preguntas técnicas para José Carlos desde luego, y las referidas a las advocaciones para el padre Miguel que es el experto y consintió en corregir el borrador.
Ah, y antes de que se me olvide, mis disculpas por los errores que se hayan colado, esos sí son todos míos…. por ejemplo, el de la fecha de muerte de San Bruno, pág. 78, que fue en 1101 no en 1011 como muy acertadamente me señaló Marc Monfort, quien, por cierto, hoy está aquí entre nosotros, aunque no pueda hacerlo físicamente. Muchas gracias.
Posteriormente se entabló un animado coloquio entre los asistentes y los miembros de la mesa y en los corrillos posteriores.
Al término del acto muchos asistentes adquirieron el libro y solicitaron al autor una dedicatoria.
Real Monasterio de Santa María de El Paular, Rascafría, Madrid